(artículo publicado en Murcia Economía)
Cuando mi admirado y querido amigo, Paco Provencio, me preguntó si me atrevía a escribir sobre “la felicidad del emprendedor y del empresario”, supongo que lo hizo porque, uno, dirijo una empresa y, dos, me suele ver normalmente con una sonrisa : )
El caso es que pensé que merecía la pena escribir sobre esta cuestión, pues empresa y felicidad, son dos términos que la sociedad debería empezar a asociar como algo que va de la mano.
A mis 41 años, tras el aprendizaje de ciertas experiencias vividas, puedo resumir en tres, las palabras que guían mi camino: Autoconocimiento, Aceptación y Entrega.
Para desarrollar el Autoconocimiento es preciso tener sensibilidad, saber escuchar, pararse a sentir, reflexionar. Para la Aceptación, hace falta humildad, también valentía. Para la Entrega, sin embargo, no hace falta nada. Esto lo practicamos todos los días sin darnos cuenta de que lo hacemos, pues con cada gesto y cada acción estamos dando al exterior lo que llevamos dentro, ya que el ser humano es un ser social. Estamos continuamente interactuando con otras personas. Entregar, está en nuestra naturaleza. El problema, es que nos cuesta ser conscientes de ello.
Sinceramente, estoy convencido de que estas tres palabras, encierran el secreto de la felicidad.
Por otra parte, las empresas son la forma en la que el ser humano desarrolla sus actividades económicas. Por eso, para la inmensa mayoría de la población, de alguna u otra manera son nuestro medio de vida. Y por tanto, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a esta actividad.
La empresa, como cualquier otro aspecto de la vida, simplemente va a sacar de nosotros lo que llevemos dentro. Pues no se puede dar lo que no se tiene, y uno debe ser consciente que puede elegir de qué “llenarse”, y que esto será lo que luego entregue a los demás. En todo momento, tu forma de ser determina tu experiencia.
El padre del management, Peter Drucker, decía algo así como que tú eres el único que mejor puede conocerse (autoconocimiento) y por tanto el único capaz de saber donde debes estar ubicado (aceptación) para poder dar lo mejor de ti (entrega). De nuevo esas tres palabras.
La empresa se desvela así como una maravillosa oportunidad para conocernos y desarrollarnos. Pero para desarrollarnos ¿sólo profesional, o también personalmente? Y aquí surge la cuestión trascendental de la relación entre los términos empresa y felicidad: la dualidad de la vida laboral-personal.
Cuando esta dualidad se convierte en unidad, cuando tus valores personales son los que te guían y eres capaz de alinearlos con tu dedicación profesional. Aquí es donde, para mí, la empresa se convierte en fuente de felicidad. Porque es entonces cuando tu labor profesional se convierte en aquello a lo que quieres dedicar tu tiempo para desarrollarte y crecer como persona.
Nada de lo que podamos conseguir, podremos llevárnoslo cuando ya no estemos, sin embargo, todo lo que seamos capaces de entregar, perdurará tras nuestra marcha. Escuchemos nuestro corazón, permitamos que nuestros valores guíen nuestro camino : )
Toño Santa-Cruz. Arquitecto.
Director Gerente de Santa+Cruz Arquitectura.